La importancia de la hidratación
El cuerpo contiene una gran cantidad de agua: un 75% al nacer y alrededor de un 65% en personas adultas.
Esto se debe a que los huesos están compuestos por agua, y los bebés recién nacidos tienen una media de 300 huesos, que a medida que van creciendo se van fusionando hasta descender a 206.
Y, como muchos ya saben, el agua es un componente vital para el correcto funcionamiento del cuerpo, y forma parte de fluidos como el sudor; jugos que interfieren en la digestión, orina y heces; lágrimas; saliva; etc.
Teniendo en cuenta estos datos, es muy importante saber cuánto debemos beber. La cantidad diaria recomendada oscila alrededor de dos litros al día, lo equivalente a unos ocho vasos diarios. Pero este valor es sólo una estimación, que depende de varios factores que analizaremos a continuación.
Factores generales: por ejemplo, tipo de dieta (si es pobre o rica en alimentos hidratantes) u oficio (si el trabajo diario es a pleno sol o con temperaturas calurosas y/o con movimientos de mucha carga).
Factores deportivos: disciplina (si se desempeña un ejercicio aeróbico de media o baja intensidad y larga duración, provoca una importante cantidad de sudoración; por el contrario, si se practican ejercicios anaeróbicos como musculación, de alta intensidad y poca duración, no conllevan tanta pérdida acuosa); grado de intensidad; temperatura ambiente donde se ejerce la práctica deportiva; etc.
También es importante conocer que hay varios alimentos que contribuyen a la hidratación, como las frutas; las verduras y hortalizas; las bebidas vegetales; y los caldos, las y las infusiones. Otra buena alternativa es tomar bebidas hidratantes deportivas, sobretodo en atletas que realicen ejercicios intensos y prolongados, debido a que reponen la pérdida de electrolitos y favorecen la absorción del agua.
Cuando no beber agua. En los períodos de alta frecuencia respiratoria, es decir, cuando se hiperventila, o es conveniente consumir líquido, ya que eso impide que el cuerpo se abastezca de oxígeno en el momento que más lo necesita. Y tener en cuenta que la temperatura ideal para beber el agua es en torno a los 10° o 15º.
Si una persona no está bien hidratada y sale a correr o se entrena, su cuerpo seguramente no podrá reaccionar satisfactoriamente. Y es muy común sufrir gran cansancio ante una baja intensidad deportiva, además de mareos y calambres musculares; poca coordinación; falta de atención; y una lenta recuperación.
Por último, tener en cuenta también que un exceso de agua tampoco es bueno, ya que aumenta el riesgo de sufrir hiponatremia, un trastorno que surge cuando el sodio en sangre disminuye de forma atípica y supone debilidad muscular, mareos, y en situaciones extremas hasta un estado de coma.
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