El Desafío Summit Aconcagua
Julián Weich y el ex rugbier Baraja lograron alcanzar la cumbre.
Diez destacados atletas de diferentes disciplinas -que tienen en común el hecho de que todos encontraron en el deporte una herramienta de superación-, acompañados por el embajador de la iniciativa Julián Weich hicieron realidad el Desafío Summit Aconcagua, llegando a la cumbre del cerro más alto del continente.
Todos anhelaban llegar al pico más alto de América (6.962 metros). Y aunque finalmente sólo lo lograron Weich y el rugby -y ex presidario- Ezequiel Baraja, todos se sintieron parte de un sueño, que también tuvo su costado solidario: recaudar fondos para la “Fundación Baccigalupo”, que trabaja en el desarrollo psicomotriz de chicos con discapacidad intelectual.
Además, la Fundación Leo Messi, La Fundación Amalia Lacroze de Fortabat y Allianz donaron a la Fundación Cecilia Baccigalupo $10, $3 y $1, respectivamente, por cada metro que logró ascender cada uno de los participantes de la expedición.
Junto con Baraja y Weich, que hicieron cumbre de la mano de los guías Ulises Corvalán y Guillermo Fuentes, y ante el registro del camarógrafo Pablo Betancur, comenzaron el Desafío exponentes de distintos deportes: Fabricio Oberto (básquet); Paula Pareto (judo); Silvio Velo (capitán de Los Murciélagos, el seleccionado argentino de fútbol sala); María del Pilar Pereyra (natación): Elisa Sampietro de Forti (runner de 82 años); Pablo Giesenow (triatlón); Alvaro Casillas (tria y ultra trail); Ezequiel Baraja (rugby); Peter Czanyo (trail running) y Fernando Pedro Marino (maratón).
La parte final, como es habitual, fue la más dura. Se debió llevar a cabo una caminata -que comenzó a las 6 de la mañana y duró diez horas- desde el campamento Cólera, a 5.970 metros de altura, y durante la cual se enfrentó una intensa nevada antes de llegar al punto máximo, donde plantaron la bandera de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Czanyo, Pereyra y Velo, que no estaban con las condiciones más óptimas para seguir, decidieron celebrar haber llegado hasta Cólera y esperar allí a sus compañeros.
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