Noily Salazar, la indígena caminó dos días hasta una carrera y clasificó al Mundial
La historia de Noily Salazar es de película. Debió caminar 48 horas hasta una carrera, obtuvo el segundo puesto y clasificó para el Mundial de Montaña.
(Por Federico Sánchez Parodi).- La historia de Noily Salazar parece sacada de un libro de cuentos.
Vive en el interior de Costa Rica. Con 21 años, residen en la humilde comunidad Cabécar, donde no llega la electricidad, ni hay supermercados, por dar ejemplos. En su pueblo se alimentan de lo que ellos mismos cultivan.
La joven atleta caminó durante dos días hasta llegar a la competencia realizada en el Cerro Chirripó, con una distancia de 34 kilómetros. Lo que nunca imaginó es que alguien sin sponsors, que corre con unas zapatillas viejas y que no tiene entrenador, podría tener tan buen desempeño y clasificaría a un campeonato del mundo.
En 2019 participó en la carrera y fue quinta. Este año llegó en segundo lugar, logrando uno de los dos pases que la clasifican al Mundial de Montaña, organizado por WMRA.
¿El premio? La Federación Costarricense de Deportes de Montaña confirmó que le cubrirá todos los gastos: boletos, alimentación, inscripción y hospedaje, de acuerdo a lo notificado por la prensa local.
Por lo pronto, la sorpresa para la corredora fue enorme, dado que jamás viajó en avión y esta será su primera vez.
La prueba quedó en manos de la salvadoreña Idelma Delgado, que se impuso con un tiempo de 4 horas, 4 minutos y 16 segundos. La segunda fue Noily Salazar, con un crono de 4 horas, 22 minutos y 14 segundos, mientras que tercera llegó Elizabeth Fernández, con 4:29:46.
¿Cómo es el lugar dónde vive?
Cabécar es un pueblo aislado y muy humilde, no hay tecnología y las casas son de hojas, construidas por los mismos habitantes.
¿Qué se come? Papa, yuca, plátano…o los animales que puedan cazar, o los que crían en las granjas.
Lejos está la posibilidad de tener suplementación deportiva o una dieta diferente.
Noily empezó a correr a los 11 años y rápidamente le tomó amor al deporte. Sin entrenador, sale a correr muchas veces con botas de hule o descalza.
Hoy, sin importar la forma en que corra o entrene, tiene su boleto de avión para viajar al mundial.
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