De ser abandonada por su padre a medallista olímpica
Simone Biles es una de las mejores gimnastas artísticas del planeta. Pero de pequeña fue abandonada por sus madres y dada en adopción.
Las lágrimas de emoción se confundían con la ovación de los espectadores. Eran los Juegos Olímpicos de Rio 2016 y todos la aplaudían de pie. No era para menos: Simone Biles ganó la medalla de oro en gimnasia artística, con una presentación perfecta. Así, obtuvo el reconocimiento popular.
Pero su historia va más allá del deporte, y muestra a una deportista que superó un sinfín de obstáculos que le puso la vida.
Como atleta, la afroamericana se caracteriza por su potencia y por el alto grado de dificultad en sus rutinas. En la vida diaria también, porque dejó atrás muchos inconvenientes a corta edad.
La gimnasta nació el 14 de marzo de 1997. Ese mismo día, su padre se levantó de la cama, la vio a ella junto con sus siete hermanos, y decidió abandonarlos.
Su madre tampoco pudo ayudarlos. Cayó en el mundo del alcohol y las drogas.
Por lo tanto, terminó en un orfanato por seis años, hasta que sus abuelos maternos, Ron y Nellie Biles, quienes pasaron a ser sus padres oficialmente.
En 2003, al verla inquieta y con ganas de hacer deporte, la enviaron al centro de gimnasia Bannon’s Gymnastix. Ese hecho le cambiaría la vida.
Los profesores vieron que tenía talento y le recomendaron a la familia que la inscribiera en la escuela de gimnasia, escenario en el que comenzó a sobresalir.
¿Cuál fue el resultado? Entre los logros de Simone sobresalen cuatro veces campeona nacional en la competencia general individual (2013, 2014, 2015 y 2016).
¿Se puede pedir algo más?
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