Su entrenador le inyectó drogas sin que ella supiera y le arruinó su sueño ciclista

Pasó de estar posicionada en el puesto 52° del ranking mundial de mountain bike a ser suspendida provisionalmente por cuatro años luego de haber dado positivo en un control antidoping.

20 de noviembre de 2020

La ciclista misionera Paula Quirós atraviesa el peor drama de su vida. Pasó de estar posicionada en el puesto 52° del ranking mundial de mountain bike y tener muchos sueños deportivos, a ser suspendida provisionalmente por cuatro años luego de haber dado positivo en un control antidoping. Y lejos está de ser su culpa, ya que el responsable tiene nombre y apellido: su entonces entrenador, Ignacio Gilli, quien reconoció que le inyectó eritropoyetina (EPO) en enero sin que ella lo supiese.

Todo saltó en un control que le realizaron durante una carrera que se disputó en Brasil en marzo. Allí, la Unión Ciclista Internacional (UCI) determinó prohibirle competir durante cuatro años. Paula recibió, a mediados de octubre, un mail de la UCI donde le informaban que había dado positivo por EPO.

La prueba se le había realizado durante la Copa Internacional de Ciclismo de Montaña en Araxá, Brasil. Y ella finalizó segunda en la competencia. Su primera decisión fue pedir la contraprueba, con la ilusión de que todo fuera un error. Pero no llegó a hacerlo porque Gilli le envió antes unos audios explicándole que él le había aplicado la sustancia.                       Ambos habían cortado el vínculo profesional hacía relativamente poco tiempo.

Estuvieron trabajando cuatro años juntos y ya no tenían comunicación, hasta lo sucedido. El ex entrenador le relató que le inyectó la droga cuando fueron a Santa María, Catamarca, para un campamento en la altura. Ese hecho tuvo lugar en enero, cuando le administró a Paula algo que supuestamente era hierro y vitamina B12.

La ciclista, de 31 años, se siente muy angustiada y dice que le arruinaron su carrera. Y ya envió su explicación al Tribunal de Disciplina de la UCI. Entre los argumentos, incluyó el testimonio de Gilli, quien asumió enteramente la culpa por haberle suministrado la sustancia. Además, pidió que se le anule la pena o que se la reduzca a la menor cantidad de tiempo posible.

El descargo quedó registrado y ahora la misionera está a la espera de que la confesión del ex entrenador sea tomada como válida. Aunque el alcance de las consecuencias de lo sucedido son irremediables. Paula -cuyo padre, Jorge, es el presidente de la Asociación de Mountain Bike de su provincia- ya sabe que la sanción la va a dejar seguramente sin oportunidad de competir por un gran sueño: el de clasificar para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que tendrán lugar el próximo año.

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