Al tener la pista cerrada, una atleta entrena en el galpón de una fábrica
La pandemia por coronavirus obligó a muchos deportistas a reinventarse. Una fondista de 3.000 metros con obstáculos tuvo que reinventarse para no perder sus entrenamientos.
¿Cómo puede entrenar un atleta acostumbrado a pasar horas y horas en la pista en tiempos de pandemia? Lo cierto es que ahora hay un puñado de fondistas que cuentan con el permiso para hacerlo, pero para la gran mayoría eso es una misión imposible.
Ese momento complicado llevó a Romina Kernbeis, atleta de la Sociedad Alemana de Gimnasia (SAG) de Villa Ballester, a pensar en opciones para no perder todo el trabajo realizado junto con su entrenador Hugo Gómez y así fue como se le ocurrió aprovechar el espacio del galpón de la fábrica en la que trabaja y recrear una pista.
“Se que es una locura, nunca pensé que estaría corriendo por la fábrica, pero hoy estoy feliz”, cuenta Romina, al tiempo que agrega: “La fábrica era ese lugar al que iba a trabajar y cumplir horarios, y que me complicaba para entrenar. Hoy veo que es el escenario que me permite entrenar y voy contenta”.
Su función pasa por ocuparse por tareas administrativas. Cumple con sus horarios de trabajo, hasta el momento en que la fábrica queda vacía y todo está a su disposición.
“Es un circuito con forma de ocho, de 230 metros, con una subida y dos escaleritas. Me permite hacer velocidad, por ejemplo. Y para acomodar todo, me ayuda mi padre (Guillermo)”, detalla en una charla con Más Aire.
Una distancia especial
Sobre sus inicios en la distancia, Romina cuenta: “Cuando sos grande y arrancas a correr la distancia de 3.000 metros con obstáculos no era algo sencillo, pero me anime y me fue bien. Recién salté mi primera valla a los 25 años”.
“De a poco comencé a anotarme en la distancia. Competí en Mendoza, donde quedé a poco de lograr la marca para clasificar al Campeonato Nacional, y luego me tomé la revancha en el Torneo Metropolitano organizado por la FAM”, sostuvo.
De hecho, el viajar a los campeonatos nacionales tenía un plus. Su novio es el atleta olímpico Javier Carriqueo, de Neuquén, y sus viajes eran una posibilidad para verse, lo que generaban una emoción doble.
A la hora de mencionar a algunas de las atletas que la estimularon a volcarse en las competencias de esta distancia, Kernbeis nombró a Daiana Lovatto: “Me ayudó y me estimuló para superar miedos”. Además, en tiempos pre-pandemia, entrenaba a diario con otra compañera del club, Vanina Minniti, y también remarca a Eliana, que le prestó muchos elementos para ejercitarse en estos tiempos.
Los trabajos del pasaje del foso, la técnica y saltabilidad son puntos en los que se enfoca en estos tiempos.
“Fue un golpe la suspensión del Grand Prix Sudamericano. Pero hoy me sorprendo a mi misma de no perder la motivación”, cierra.
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