Errores básicos del braceo
Si hacemos un correcto movimiento de los brazos eso equilibrará nuestro cuerpo y nos marcará la cadencia y longitud de la zancada, haciendo que nuestra carrera sea más eficiente. Cómo no equivocarse.
Correr es una disciplina que requiere más técnica de la que cualquier persona pudiera pensar. Y una de las cuestiones a tener en cuenta es el braceo.
Si hacemos un correcto movimiento de los brazos eso equilibrará nuestro cuerpo y nos marcará la cadencia y longitud de la zancada, haciendo que nuestra carrera sea más eficiente.
En cambio, si por ejemplo nuestro braceo es demasiado corto, la zancada será menor, los pasos “chiquitos“, y el cansancio aparecerá más rápido. Además de esto, hay otra serie de errores habituales que no hay que cometer.
Hombros demasiado duros: tener cuidado de no tensar demasiado los hombros, porque pueden doler incluso después de correr.
Codos tensos: puede ocurrir lo mismo que con los hombros, y en este caso la tensión se puede prolongar en los bíceps y en los músculos del antebrazo, produciendo además un gasto innecesario de energía.
Puños apretados: correr de esa manera también genera un gasto de energía importante, que puede entorpecer tu carrera. Hay que cerrar las manos, pero sin exagerar con la fuerza.
Muñecas descontroladas: si las movemos sin parar estamos desaprovechando un gran recurso para la carrera. La posición correcta es con el pulgar apuntando siempre hacia arriba, y no a los lados.
Braceo abierto: el movimiento de los brazos siempre debe hacerse cerca del cuerpo. Si al correr se le da codazos a todo mundo, entonces lo estamos haciendo mal.
Tirar puñetazos: si los brazos, al ir hacia adelante, alcanzan más altura que los hombros eso puede alargar la zancada de forma peligrosa e incluso ocasionar una lesión.