Cómo actuar ante la periostitis

Esta lesión es una sensación de quemazón o dolor sordo en la parte interna y frontal de la tibia. Hay que dejar de entrenar por unos días y seguir estos consejos: aplicar hielo en la zona de dolor; estirar los músculos de la pantorrilla y el tibial anterior; y realizar entrenamientos en elíptico, bicicleta o natación.

12 de agosto de 2019

Las lesiones son el gran problema de todos los runners y probablemente su peor pesadilla. Pero además de todas las dificultades que trae, siempre plantea una duda: ¿puedo seguir corriendo? Para todos los que alguna vez se preguntaron eso les contaremos cómo actuar, en este caso, ante una periostitis tibial, que es una dolencia muy habitual. Como su nombre lo indica, la periostitis se presenta en la tibia, que es el segundo gran hueso de la pierna. Y el síntoma más claro de esta lesión es una sensación de quemazón o dolor sordo en la parte interna y frontal de la tibia. Se alivia con el reposo, pero vuelve con la práctica de la actividad, llegando incluso a dificultar los movimientos normales.

La periostitis es una lesión por sobreuso progresiva (cada vez molesta mas), que en ocasiones puede incluso hacer doler mientras se camina. Por eso, para evitar que se agrave, es necesario controlarla a tiempo. ¿De qué manera? En la fase aguda (cuando el dolor es muy grande) lo recomendable es dejar de correr durante algunos días y atacar duro a la lesión, siguiendo los siguientes consejos: aplicar hielo en la zona de dolor, lo cual sirve como analgésico; estirar los músculos de la pantorrilla y el tibial anterior; y realizar entrenamientos en elíptico, bicicleta o natación. Una vez que se haya logrado reducir significativamente las molestias (es decir, cuando ya no haya nada de dolor al caminar) será un buen momento para volver a correr de forma progresiva.

Ahora, si lo que se está sufriendo son recién los primeros síntomas de la periostitis y las molestias no son intensas se puede intentar continuar corriendo, pero siempre reduciendo la carga de entrenamientos. Y para poder correr sin agravar la periostitis tibial será vital cumplir con dos reglas de oro: en primer lugar, realizar todos los entrenamientos en forma muy lenta. Y, además, reducir el volumen total de los mismos, corriendo menos kilómetros. Lo recomendable es entre un 50% o 75% de lo que se realiza habitualmente. Para elegir la cantidad adecuada la clave es muy simple: saber escuchar al cuerpo.

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